domingo, 4 de octubre de 2009

La Veladora

Se está durmiendo la luna en un abaniqueo del viento. Ya es octubre. Ya estarán los caminos amarillos, ya se verá la sierra de ocre y oro. Ya la espadaña empezará su labor de cuidar al pueblo por las noches; cuando sople el Norte y se resuelvan en bruma las indecisiones de la luz.
En la ciudad, las farolas cobijan a las ventanas iluminadas que guardan las vidas pequeñitas de cada uno de nosotros.
Mientras, la luna, vela el sueño; abandonadamente silenciosa, como una madre cuidadosa que nos arropara sin que nos demos cuenta.

2 comentarios:

Amando Carabias dijo...

Cuando el otoño llega, aunque sea un otoño, como éste, aún preñado de los retales del verano, uno mira y busca protecciones que nos resguarden de lo que nos espera, hasta de la soledad.

cauchil dijo...

En otoño cuesta más quedarse a la intemperie. Consuela imaginar esas custodias que nos brindas. A veces el cobijo es una simple hoja de papel en blanco.