Qué tristeza tienen las palabras cuando se las desgasta...malbaratadas, mal usadas, desnortándose entre pausas que no son suyas.
Las grandes palabras; amor, libertad, muerte, dolor, justicia...envejeciendo entre líneas de sentimientos superfluos, de solemnes declaraciones, de extensos poemas en los que se ajan y amarillean.
Se avergüenzan entonces y quisieran marcharse, huir, desaparecer del texto; no asistir a su ultraje.
Pero no pueden. Y quedan ahí, cubiertas del hollín de la pedantería, del mercado de abastos de los vendedores de palabras; a cuarto el kilo; póngame cuarto y mitad de metáforas, tres lonchas de sinónimos, dos rodajas de aliteraciones.
Vendidas al mejor postor.
Su única defensa es que las olviden; misericordiosamente.