jueves, 31 de diciembre de 2009

Duke Murió Ayer

Con este título doy inicio a una serie de relatos, que, con cierta dosis de ficción y bastante de verismo, me parece interesante compartir.
Toda coincidencia con parte de la realidad, posiblemente pueda ser cierta...
--------------
Duke murió ayer.


Deja la chaqueta en el perchero. Se quita las llaves del bolsillo izquierdo y las suelta sobre la mesa del recibidor.
Es un recibidor pequeño, apenas salita. El mencionado perchero, un pequeño espejo, una mesita baja con revistas de cine y algún periódico atrasado, y una lámpara de luz tenue.
También hay una silla, que no parece usarse para su función, pues está arrinconada junto a la pared; si uno se fija un poco tiene una de las patas coja.

En el salón abre la ventana que da a la calle. Luego se sienta en el sofá, se quita los zapatos, se arrellana y enciende un cigarrillo.
El humo se va espesando mientras él ha cerrado los ojos. Peligro de incendio, piensa. Acerca un cenicero, lo deja en el sofá.
Ha sonado su móvil dos veces.
Ninguna ha contestado.
Llueve fuera y hay algunas gotas que ha salpicado el suelo inmediato a la ventana; si no hiciera viento, se dice, incómodo...
Se levanta y cierra.
Vuelve a vibrar el sms.
Cansina es...
Lee.
Se sonríe.
Tendrá que contarle que a Duke lo enterraron ayer.

Enviar mensaje.

Apaga el móvil y el cigarro. Se levanta y va a la cocina.
Ensalada, tortilla de jamón. Una fruta. Café.

Cuando termina de cenar deja los platos en el fregadero. Se lava meticulosamente las manos. Se seca meticulosamente las manos.

Entra en el estudio. Mesa, cables, dos luces, una a cada lado de la mesa. El ordenador en medio. Papeles. Los disquettes, el pen drive. Todo en orden.

Enciende y con la música programada de dire straits se abre la pantalla.
Conectar.
Inmediatamente. Cinco mensajes. En el mismo tono. Primero la timidez, luego la angustia, después el por dios, dime algo, y los dos últimos incoherentes. Hace diez minutos.
Debe haberse pasado toda la tarde esperando que la responda. Se sonríe.
Interesante.
Decide actuar según lo previsto.

“Querida Mitti: Duke murió ayer. Como comprenderás estoy angustiado, dolorido, perplejo, sabía cuánto te quería y que os ibais a reunir el lunes. Sabes cuánto he hablado con él, sabes que intercedí para que no te agobiara con sus problemas, incluso me presté a ser yo quien le diera el dinero para el desahucio. No hubo forma. He recibido tus mensajes pero llevo dos días de locos. Primero en su casa, después, allí mismo intentando convencerle de que se viniera a la mía, más tarde cuando recibí su mensaje desesperado, que también te envió a ti, corriendo otra vez a su casa, llegando tarde, viéndole ya en la situación sin salida, llamando al samur, y todo para nada, amiga mía...para este dolor tan grande. A las ocho de la mañana en el hospital me dieron la noticia. Esta mañana ha sido el entierro. Le hemos incinerado un grupo muy pequeño de amigos, entre los que está Esperanza, la recordarás, que abandonó el chat hace unos meses por problemas de conexión, y algunos otros que tú no conoces...
No sé qué decirte, ni qué hacer, de momento es mayor mi pena que mi entender algo; ¿cómo pudo estar tan desesperado como para no querer recibir nada mío?...solo- decía el día anterior- solo ella me salva...
Pero...llegamos tarde. Espero que compartas mi idea; he usado el dinero que le enviaste para pagar su entierro. Al menos, nos queda el consuelo de haberle dado un fin noble.
He vuelto desolado. Pasado mañana me voy una temporada fuera. Te escribiré en cuanto tenga ánimos.
Un abrazo.
Javier.”.

Dio a enviar.

Luego, se conectó a redes.
Este próximo tendrá un nombre más vulgar, pensó palpándose la billetera. Por cinco mil euros puede llamarse Ernesto.



Palabras


Estas palabras que escribo llevaban el dolor inscrito y encontraron la paz.
Hay quien no me lo perdona.



martes, 29 de diciembre de 2009

Música antigüa

Estas viejas canciones...
Hay que escucharlas despacio, como si nos llovieran. Sin prisa.
Para recuperar el tiempo. El tiempo de las hojas muertas, de los días sencillos, de la chimenea encendida.
Y un libro cerca. Un vino añejo. Y cerrar la ventana. Para que el resto quede fuera.


lunes, 28 de diciembre de 2009

Posibilidades

Una mujer con un paraguas atraviesa la calle como si se deslizara.
Una mujer con un paraguas atraviesa la calle como si se deslizara en sueños.
Como si la calle fuera una posibilidad.
Como si fuera un acertijo.
O un presentimiento.
Una mujer en sueños atraviesa la calle con un paraguas que se desliza.
Una mujer como un paraguas atraviesa en sueños un desliz como si fuera una calle.
Una mujer como una calle atraviesa un sueño como si deslizara un paraguas en un presentimiento.
Una mujer como un sueño atraviesa con un paraguas un desliz como si fuera una calle o un presentimiento.
Una mujer. Un paraguas. Un presentimiento. Una calle. Una posibilidad. Un acertijo. Un sueño.

Mal Humor

El mal humor no me lo produce la ignorancia ajena. Me lo produce la tontería.
Contra la ignorancia se puede luchar; contra la tontería es imposible.
La ignorancia puede estar llena de deseos de aprender. La tontería está vacía por definición.

domingo, 27 de diciembre de 2009

Verdades y Mentiras


Es muchísimo más sencillo decir la verdad de lo que uno piensa o siente que mentir.
Se acaba antes. Se deja todo claro. No se da lugar al malentendido. Y para remate no hay posibilidad de error de percepción.
Mentir no es arte. Es una ignominia. Indica falta de respeto hacia quien se miente. Mezquindad, porque se prefiere mentir a exponerse. Ruindad, porque parte de la presunción de que el otro es lo suficientemente estúpido, o buena persona, o ingenuo, como para creernos. Y bajeza moral, porque el engaño habitualmente a nosotros nos reporta un bien y al que mentimos si no le reporta daño sí le reporta desconfianza e inseguridad.
No me refiero a hechos opinables. Me refiero a los actos de uno, los sentimientos de uno. Yo puedo opinar que las sardinas en lata están riquísimas y usted que son un asco. Eso, naturalmente son opiniones personales acerca de la presunta calidad de las sardinas. Me refiero a eso que están ustedes pensando: “Vendrá el primo de mi novia a cenar, ¿no te molesta, verdad?”... y a usted no le apetece nada, y se pasa jodido/a toda la cena con el plasta del primo. Por callarse, por no decir ni mú. “Tienes que venir a la fiesta, no puedes faltar, qué haríamos sin ti”... (Pues naturalmente harían la fiesta sin mí, que me sobra la fiesta...) “Mamá quiere que vayamos a su casa mañana por la mañana y que llevemos a los niños para que pasen el día con ella y llevarlos al cine”. Pues mire, primero que pregunte a los niños si quieren ir....


Me suelen valer de muy poquito las disculpas hechas mirando hacia otro lado, “yo no suelo mentir, pero a veces no hay más remedio”... No hay más remedio ¿para qué?... ¿para no complicar algo?...se complica el triple con una mentira. “No, es que con una mentirijilla me dejan en paz”...Pues no; si se deja claro que dicho lo que sentimos se cierra el tema, ya puede venir el otro (la otra) con alpargatas que –al menos en mi caso- el tema está cerrado.
Decir la verdad es una forma de ser. Ser un mentiroso, también. Solo que diciendo la verdad estamos seguros de que el resto que nos trata sabe desde el principio a qué atenerse. Y esa es la mejor forma del respeto.


sábado, 26 de diciembre de 2009

Definición de Patetismo.




Grima que dan los otros sin enterarse de ello.

viernes, 25 de diciembre de 2009

Ejemplar comunicación en dos escenas.

I

El escribió un poema.
Ella, después de haberlo leído respondió que se iba a comprar unos zapatos porque los suyos estaban ya muy viejos.

II

Ella escribió un poema.
El después de haberlo leído respondió que se iba a comprar unos zapatos porque los suyos estaban ya muy viejos.




jueves, 24 de diciembre de 2009

Pastel y ácido sulfúrico

Pastel y rosa, rosicler... pastelito. Rosa y mantequilla, untuosa. Mantequilla y almíbar, caramelo. Camelo.
Untaditos de mantequilla resbalando en almíbar. Pisoteando las rosas para construir un camelo:
Pastel.
Chupando el caramelo.

Y la acidez como estimadísimo contrapunto.


La playa.


En la playa ya no están las huellas en la arena. Se las llevó el mar el último día de aquel verano.
Cuando regresé dibujé tu nombre.

Nada era lo mismo.
Al alejarme, supe que escribirlo no restauraba tus pasos.
Esos pasos tan breves que descansaban en el banco del paseo; al lado de las gaviotas.
Allí también les dábamos miguitas de pan.
Cómo llueven todos los septiembres sobre el mar de mis veranos en este invierno largo...


martes, 22 de diciembre de 2009

Memoria

Mira...
Se han dormido los pájaros.
No digas nada. Un rumor de hojas murmullea sobre la mañana. Tal una levísima herida que no se notara.
Gotea sin restañarse una sangre breve cayendo entre los lirios del jardín.
Cuando las aves despierten creerán que es la lluvia.



domingo, 20 de diciembre de 2009

Jardín Interior

Ahora escuchas la música del silencio. La eterna melodía armónica. Hilo de nieve cayendo. Atrás los intentos de acceder a la muralla. Atrás los asaltos a las almenas. Atrás los estandartes.

En el jardín cerrado un círculo de luz precipita cristalitos de hielo. Girando. Después se deshacen y caen sobre las hojas secas. Inaudibles.

Puedes entonces caminar en esa blancura sin miedo a que tus huellas las pisen extraños.
Solo las borrará la nieve.
Cierras los ojos. Y un concierto sin notas acompaña la calma.

viernes, 18 de diciembre de 2009

NOVATO EN MORIRSE. CAPÍTULO II.

Bueno, pues te ha salido muy poco original, que quieres que te diga.
Tampoco quería eso, simplemente me esta divirtiendo.
O sea, que se muere, y llega su abuela y ahora vas a contarnos todo lo que le pasa y sus aventuras de tontaina en el más allá.
¿Qué contarías tú?...


La niebla espesa cubre las ramas, y por eso, en el entierro de Gonzalo las gentes, los deudos, que asisten, están como encogidos. Hace frío, piensan, mientras miran ese ataúd uniforme, estrecho y largo, Gonzalo era bastante alto, que, poco a poco desciende de modo insensible al viento, a los tres grados de temperatura, a los balanceos por no medir exactamente, cuidadosamente, la forma de bajada.
Cuerdas gruesas para un cadáver más, estadística.
La ciudad está llena de miles de muertos a quienes otros llevan flores cada aniversario. Anónimos salvo para ellos. Ignorantes del cielo helado, de la bruma, de los pies helados de quienes acompañan.
Ciudad silenciosa a salvo del presente. Y del pasado. Ciudad sin futuro que la habite.
Y no crecerán sus ojos ni sus labios con la alegría del mañana, ni nacerán sueños, ni el dolor se acoplará a su estómago en angustia cuando uno de sus deudos enferme, o se arruine, o simplemente, como él, se muera.
La vida definitivamente ya, es de los otros.
Esos otros que ahora convierten en ritual el eterno retornar de siglos de la ausencia. Y lloran, se besan unos a otros, se acompañan en el sentimiento; hechos por unas horas comunidad y maridaje en torno a la tristeza, para mañana, dentro de quince días, dentro de tres meses, al cabo de los años según los casos, ir olvidando el gesto, la cara, la sonrisa, la voz, el detalle de los labios comentando, diciendo, expresando, algo común, como una frase, un buenos días, qué frío, un yo quiero la caña corta, por ejemplo, el trazo leve de un dibujo en el aire al pasar que es, una persona viva. Y así, un día, sin saber cómo, sin darse cuenta, sin apenas querer, encontrarse diciendo a otro ¿y cuantos años hace ya de Gonzalo?...y dudar si son cuatro, o cinco, no, fue el año de la gripe, ah sí, que el verano siguiente nos enteramos de que su mujer se volvía a casar, o no, ah sí, que su mujer al otoño siguiente se marchó a vivir fuera, es cierto, y ¿cómo era Gonzalo?, la pregunta de algún amigo joven de la familia, y el pequeño dice pues es que yo era tan pequeño...era muy guapo, eso sí me acuerdo, y que me llevaba al parque, pero yo tenía cinco años, mi hermana sí que se acordaba muy bien, que la pilló con trece...le llevó flores incluso después de casarse con tu tío Miguel Ángel e irse a Venezuela, que dejó el encargo hecho. Y ¿teníais un tío, no, Santiago?...ah sí, el músico, vino al entierro y se hizo cargo de todo, creo, pero vamos yo a ese ni le traté, estaba siempre fuera, y se mató quince años después en una cosa de un avión, creo. De mi padre había fotos, pero cuando yo me fui para casarme se quedaron en casa de mi madre, y yo no me traje ninguna, la verdad...nunca he sido de ritos y así, y aparte, es que casi no me acuerdo del pobre...Mi madre no era de las pesadas que nos diera la matraca, ni se hablaba mucho de él, solo, ya te digo, mi hermana, Cristina.

Y así la niebla, envolviendo como hoy el cementerio, los nichos, el ataúd, las cuerdas que bajan el cuerpo de Gonzalo, cuando aún Santiago no se ha subido a ningún avión que lo lleve hacia su muerte, ni Cristina conoce a nadie llamado Miguel Ángel, ni tiene mucha idea de dónde está Venezuela, ni este niño de cinco años sabe muy bien porqué lloran todos y dónde está su papá que prometió llevarle esta tarde al parque, envuelve los días, las semanas, los meses, los años, hasta que Gonzalo, el recuerdo de Gonzalo, es un recuerdo brumoso, apenas una silueta desdibujada, una levedad de una voz escuchada en lo lejano, una sensación de haber sido, alguna vez, antes, hace mucho tiempo....mientras esta ciudad silenciosa lo arropa en el silencio, olvidado ya de las flores que alguien le llevaba.

lunes, 14 de diciembre de 2009

NOVATO EN MORIRSE. CAPÍTULO I.

-I-

Cuando salió aquella mañanita de su casa para irse como todos los días al trabajo, no podía saber que le quedaban apenas dos horas de vida.
Pero lo importante no es lo que hizo en esas dos horas, que fue lo de siempre; llegar al curro, tomarse un cafelito caliente antes de entrar, hablar dos o tres minutos con Samuel, el conserje, y meterse en la oficina a empezar un nuevo día.
Tampoco es demasiado importante saber que, al pobre, le dio un esparabás en medio de la conversación con un compañero, sobre un tema tan importante como si se enviaba directamente o por correo certificado la carta del pedido a la empresa Figuritas y Porcelanas, para que llegara antes.
Ni las últimas palabras que dijo, absolutamente prosaicas: “me estoy mareando, qué raro”, antes de desplomarse en el suelo y pegar el susto a toda la oficina y que se montase el alboroto consiguiente de gritos, revuelo, ausiones, voces de “ ay, Gonzalito no te mueras”, “ será una lipotimia”, “ le podíamos dar un masaje, eso va muy bien”, “ ay, qué cara más rara se le ha puesto”...hasta que Samuel, el conserje, tipo práctico donde los haya, anunció que había llegado el SAMUR al que había llamado en cuanto se pispó del asunto.
Y el sanitario nada más verlo dijo con voz solemne:
-Este señor está muerto.

Vaya por dios, pensó Gonzalito, así que esto es morirse, que le de a uno un mareo y que se alborote la oficina...

Y ¿cómo me levanto yo ahora de aquí?...les voy a pegar un susto de muerte a ellos si me levanto a decirles que no armen tanto lío...

Claro, Gonzalo, como buen muerto novato ni idea tenía de eso de transportarse mentalmente, ni de su cuerpo astral, ni nada de nada. Así que, de momento se quedó esperando...

-Pues no oigo a los serafines...- volvió a pensar con razonada justicia- mi abuela decía que te mueres y oyes música angelical, y que los serafines tocan las trompetas si accedes al Cielo; ¿será que me he quedado en el limbo?...

-Si hijito, pero eso era en mis tiempos...y yo, propiamente serafines tampoco oí, mas bien escuché a tu abuelo tocando la trompeta, que le gustaba tanto...

Miró Gonzalito a su izquierda y casi se muere otra vez, porque allí, sonriendo beatífica, y con su rebequita de color granate de toda la vida estaba su abuela Carmen observándole con gesto de “este no se entera”.

-¡Abuela...huy abuelita lita, pero si eres tú...!... pero ¿tú no estabas muerta?...bueno, claro, es que ahora el muerto soy yo...oye, espera, no te acerques mucho que me da cierto repeluz...
-Hijo, no seas tontaina, si estamos los dos muertos poco podemos asustarnos ya ¿no te parece?...lo que no entiendo es porqué te has muerto ya...si la cosa era que la diñaras a los 79 de una pulmonía...
-Pues no se, abuelita lita lita, a mí lo que me ha dado ha sido un mareo...
-Qué mareo ni que niño muerto- huy perdón- a ti lo que te ha dado ha sido un infarto.
-Vaya por dios...
-Bueno, pues venga, vámonos, aquí tú ya no pintas nada, ahora aquí se va a liar una muy gorda, se van a pasar llorando cuatro días en la oficina, va a presentarse tu mujer-que de mí para ti, siempre me ha caído fatal- y tu hija la pequeña va a montar el cirio porque no la va a llevar su madre a verte, “para que no sufra”. Así que nos largamos y te lo ahorras...
-Pero es que yo no puedo moverme, estoy muerto...
-No seas idiota, Gonzalito; cómo se nota que eres novato en morirse...cierra los ojos y piensa que te vienes conmigo.
-Bueno...

Lo hizo así Gonzalo, y una ráfaga de aire lo inundó de repente mientras sentía que flotaba y que salía- salían disparados- de allí.

miércoles, 9 de diciembre de 2009

Micro del Absurdo.


Se liaba. Se liaba con los nombres y decidió acabar con todos los nombres de una vez. Dió a delete y, repentinamente, la pantalla se quedó en negro.
Lo enterraron al amanecer con un ratón en la mano como prueba de fidelidad.

martes, 8 de diciembre de 2009

La Misa Funeral


Ceferino Sotogrande y Guindalera de las Quintanillas vivió toda su vida en Madrid, salvo año y medio que estuvo en un pueblo destinado, donde pasó más frío que un perro chico porque eran los años cuarenta y entonces en los pueblos de Castilla hacía frío de verdad, no como ahora, que dicen que hace frío cuando quieren vendernos el abrigo en el Corte Inglés aunque estemos a 23 grados y sea 15 de noviembre.
El resto del tiempo ya decimos, en la Capi, como él llamaba a esta cosa monstruosa en que se ha convertido esto. Pero no vamos a hablar de Madrid, sino de Ceferino.
Ceferino se casó con una señorita con posibles, y él, que era farmacéutico, terminó poniendo su propia farmacia en el centro, a media calle de su casa, y siendo una de las personas más queridas del barrio.
Cuando se murió Ceferino, ya jubilado hacía más de veinte años porque se murió realmente a provecta edad, queremos decir a los 94, vino a la iglesia de San Ginés, en la calle del Arenal a llorarle todo el barrio.
Cada uno contaba una cosa; la vez que el chiquillo-que ahora era un señor con barba, abuelo de tres críos- se rompió el brazo y Ceferino le puso él mismo una sujeción hasta que le llevaron al hospital, la noche que Margarita fue con el ojo a la funerala y Ceferino sin médico ni nada le puso un colirio mano de santo y no la quiso cobrar, la mañana que Paulina, Saturio y Ana María llegaron con la madre, del médico, asustados por el diagnóstico y Ceferino les explicó en palabras vulgares que lo que aquel bruto había querido decir con “síndrome inflamatorio agudo del oído medio” no era más que una vulgar otitis que se quitaba con antibióticos, la disposición que tenía siempre de ayudar, la costumbre que cogió de pasar después de cerrar a ver a los enfermos que le parecía a él que necesitaban ánimo...
El cura, que era nuevo pero no era tonto, ante la cantidad de gente que se agolpaba para decirle adiós a Ceferino, decidió hacer la loa del caballero, así se podía ganar a la parroquia, pensó.
Contó todo lo que había ido oyendo, habló de sus virtudes cristianas, de su compasión hacia los humildes, de su compartir la vida del barrio, de lo seguro que estaba él de que se había ganado el cielo y estaría tan contento en gloria de Dios gozando del paraíso, al que sin duda había merecido llegar por sus virtudes y de lo gran siervo del Señor que había sido.
Entonces se oyó una voz en mitad de la iglesia.

-¡De eso nada!

La mujer, mejor dicho, la viuda de Ceferino estaba protestando con todas sus fuerzas.

El cura se atrevió a parar el sermón.

-Pero ¡señora! ¿Qué dice usted?...

-Digo que de eso nada, que si estamos aquí hoy es porque la cristiana soy yo, que mi marido era ateo y bien ateo, y no pisó en su vida la iglesia, ni falta que le hizo por lo que veo para ser buena persona.
Y salió de la iglesia con la cabeza alta, pidiendo interiormente perdón a su difunto por haberle dado el disgusto de una misa funeral.

sábado, 5 de diciembre de 2009

Mal día...


Bienvenido a casa, mi amor. Dijo alegremente, mientras él se quitaba la chaqueta, la colgaba y la sonreía.
Hace un día de perros. Contestó sacudiéndose el agua del pelo.
Sí, has elegido mal día para resucitar...

jueves, 3 de diciembre de 2009

La Casa del Bosque

A veces sueña.

A veces cuando se duerme, en esas noches en que la mano áspera de Papá la tranquiliza y sabe que nunca vendrán los reptiles, porque él ha llamado a los duendes del Bosque, sueña.

Hay lagos tan bellos como un arco iris. Montañas grises y blancas donde resplandece la nieve. Un jardín lleno de árboles, con bancos para sentarse y arriates verdes llenos de flores.

Hay una casa que es igualita a la suya, allá en el bosque. Una casa donde no transcurre el tiempo, ni la vida, ni la enfermedad ni el dolor. Una Casa donde siempre está Papá.
En la puerta. Esperando.

Cuando despierta, aunque tenga miedo del túnel oscuro, aunque tarde un poquito en encenderse la luz, aunque el dolor se instale otra vez en su inocencia de niña, encuentra la mano de Papá y sabe que la ha acompañado a través del Bosque hasta aquí. Y todo está bien.

Ahora, después del tiempo y la vida, a veces sueña.
Y regresa a la Casa del Bosque. Y camina hacia la puerta. Y allí están, Papá y Mamá: esperando.
Cuando despierta sonríe; porque sabe que un día, cuando tenga nieve en los ojos, entrará y habrá lagos tan bellos como un arco iris, montañas grises y blancas, y una casa, allí, en el Bosque.

martes, 1 de diciembre de 2009

Silencio

No siempre es sinónimo de certidumbre la voz más elevada; casi siempre lo es de miedo.

Me marcho de esas voces. Doy la vuelta y elijo. Camino sencillo aun cuando semeja paradoja.

El silencio es en ocasiones una escandalera que oponer a los gritos.

No sirve para el alboroto la respuesta unánime, ni para la estupidez o la bajeza.

Para eso solo sirve marcharse y dejarlos a ellos envueltos en su propia algarabía; Babel de ovejas balando sin sentido.

Del silencio siempre se escuchan respuestas. De los gritos solo se obtienen cristales rotos.

lunes, 30 de noviembre de 2009

Diciembre

Alza sus ojos la noche y se encuentra blanca. Frío. Estrellas en un cielo limpio. Altivez de la presunción de la nieve.

Rajadura del hielo sobre árboles. Pronto, solo mineral esperando que lo diluya el sol. Destila y espera. Lento. Indiferente.

Hay pasos sobre la acera desierta que se van difuminando entre el vaho de unas manos agrietadas.

Diciembre se yergue afirmativo y silencioso.

domingo, 22 de noviembre de 2009

Los Gestos




Siempre hay gestos para fundar memoria...
Gestos como abrazos, como labios entreabiertos, como alas, sonrisas, pájaros, espliego, trigos, arados, gestos como senderos, caminos, sueños, vientos, islas, rosas de agua, narcisos, jazmines en la alegría.

Siempre hay gestos que pueden evitar las muertes cotidianas, las muertes pequeñitas, las muertes levísimas.

Siempre hay gestos que testifican, que dan fe, certifican, unen, aúnan, sueldan, apegan.

Siempre hay gestos que derrotan naufragios.

Siempre hay gestos como islas a las que llegamos después de un largo camino para encontrarlos.

viernes, 20 de noviembre de 2009

Gratuidad.



Algunas personas imparten doctrina como si repartieran caramelos: gratuitamente.
Yo no quiero tener caries.

jueves, 12 de noviembre de 2009

Indigestión


Es fácil decirle a otro “no llores” cuando uno está en la alegría. Lo difícil es sentarse a su lado mientras lo hace.
Sencillamente.

En mi vida, mastiqué todas las inservibles palabras de consuelo, como cristalitos de hielo. Luego me las comí y se me indigestaron, naturalmente.
Sin embargo, guardo manos tendidas como alas de gaviota llegando a puerto.

Excusas.

Le pido excusas a Luís Vea. Hay aquí una sección titulada "píldoras" y no me dí cuenta de que él también tiene ese título.
Rectifico el titulo de la sección, pues él no me ha dicho nada, pero basta conque yo me haya dado cuenta del error.

martes, 10 de noviembre de 2009

Microreflexión

No cansan los tontos. Cansa que se les haga caso.

domingo, 8 de noviembre de 2009

Lejanía

Casi todo está siempre muy lejos...
La gente, las geografías, los amigos...

Casi todo está muy lejos...
Las cartas, los buzones de correos, telégrafos,
Las tiendas donde se recarga el móvil,
Los edificios donde se recoge la paquetería,
Las estaciones de tren, las autopistas,
Los aeropuertos, los hoteles, los aparcamientos.


Todo está siempre muy lejos, muy apartado,
Es todo muy difuso, inconcreto, indeciso,
Por eso, porque está tan lejos no existen apenas
Las manos, las palabras, las voces, los gestos,
Los compromisos, las miradas, la esperanza,
Los sueños...
Solo los olvidos transitan a nuestro lado
Como si solo fueran cercanos ellos...



domingo, 1 de noviembre de 2009

Los Arriates



Se vencían por el peso del anochecer...

Mientras empezaban a iluminarse ventanas y farolas del domingo callado.
Lejos del alboroto de la noche del sábado. Recuperada su sencillez de jardín recoleto. Testigos mudos de horas solitarias del invierno.
Ahí; en la placita íntima de barrio, los arriates, en esa luz difuminada que los siluetea.
Símbolo del domingo y noviembre.

sábado, 31 de octubre de 2009

Reconocimiento

La memoria de ayer...
Bendita memoria
aquellas estrellas
serán solo mías.

La historia de antes
los cielos azules
tantos jardines
para recorrer.

La vida sencilla
los abrazos de la tarde
y tantos paisajes
para compartir.

Mis pasos tan breves
se iban haciendo
cada vez más anchos
gracias al amor.

Subí farallones
bajé por barrancos
ascendí laderas
conocí el dolor;
y mientras caminaba
por pasos extraños
con la vida a cuestas
y el coraje de seguir,
todos ellos estaban
esperando mi sueño
junto a mí en la ladera
y los veía sonreír.

Ahora vislumbro
sus rostros lejanos
como una mirada
infinita de paz.

Me acunan sus gestos
me acurruca su recuerdo
me duermo en su faz.

jueves, 29 de octubre de 2009

Mensaje Recibido

Le sonreiría la mirada iluminando la mañana.

Espejo donde reflejarme en alegría.

Por el alto cielo y hacia el páramo envío mis noticias,
Esperando ver entre los árboles el eco llegando a ella.

...Y al mirar por la ventana abierta – tarde de otoño en sol-
El viento me acaricia como un asentimiento cercano.

miércoles, 21 de octubre de 2009

El Secreto de la Abuela

Mujer, si la casa estuviera embrujada, Don Nicasiano Alnafar Bondeán no se hubiera quedado allí con sus cuatro hijos, su mujer, su suegra, su gato Leto, sus dos perros y su ama de llaves, que entonces todavía existían amas de llaves...
Eso me dijo mi abuela, mirándome sonriente, mientras seguía haciendo bolillos, y yo me tomaba el chocolate con galletas, aquella tarde de invierno.
Mi abuela era una mujer alta, delgadísima, con gafas, vestida de negro y con una sonrisa habitual y generosa.
Pero ella estaba convencida de que la casa de don Nicasiano no estaba embrujada. Y era una lástima. Porque a mí me divertía muchísimo pensar que sí lo estaba, e ir a la atardecida a merodear cerca del jardín enrejado, y pensar que los ruidos que salían de allí los hacían los fantasmas. Claro, ahora serían los fantasmas de don Nicasiano y família, que se habían muerto hacía años, los pobres. Porque de los primeros fantasmas, por lo que decía mi abuela, no había quedado ni rastro.
Mira, bonita mía, don Nicasiano era un hombre muy divertido, al ama de
llaves la llamaba “mi distinguida abrochadora de levitas”, y a su mujer “doña
espérate un poco”, porque él era un impaciente para todo, y ella, una calmosa,
que siempre, a cualquier cosa que él proponía le contestaba “espérate un
poco”. Sus hijos, cuatro, como te dije, crecieron en la casa que dices, se
divirtieron muchísimo, porque era enorme, y se les veía en el jardín alborotando
a las horas mas extrañas del mundo. Una noche, sacaron las máscaras, e

hicieron una fiesta de disfraces, que duró hasta las tres de la mañana y fue muchísima gente.
Y entonces fue cuando vieron a los fantasmas...
Dale con los fantasmas...no vieron a nadie, se lo pasaron muy bien, invitaron a mucha gente, y ya está.
A mi me dijo el tio Ángel que vieron a los fantasmas. Que cuando estaban a mitad de la fiesta, oyeron cadenas arrastrarse, que luego vieron tres sombras, de una mujer, de un hombre y de un niño pequeño, que don Nicasiano se quedó pálido, y que su mujer se desmayó. Y que por eso se fueron de la casa a los seis meses.
Mira, nena, se fueron a los seis meses, pero no por eso...porque al año y medio volvieron y se quedaron hasta que se fueron muriendo, los pobres. Bueno, sus hijos no, digo que no se fueron muriendo, el mayor se casó y se fue a Córdoba, la menor se quedó en Madrid, e hizo enfermería, que era una de las cosas que entonces podían hacer las mujeres, y los otros dos entraron en el ejército. Y don Nicasiano y su mujer, vivieron siempre en su casita, tan ricamente.
Y ¿por qué se fueron seis meses?...
La abuela no me contestó. Pero sabía que encontraríamos la respuesta.
De pequeños nos pasábamos el día alrededor de la casa. No podíamos
entrar, pero sí mirar por la verja. Mi hermano Chon repetía con voz de
ultratumba que los espíritus eran seres con cadenas porque se habían portado

mal, mi hermana Angelines decía que no, que estaban allí porque les gustaba su casa. Yo, miraba el jardín y pensaba que si viera a algún espíritu de esos, saldría corriendo, y a la vez, me daba pena que no apareciesen de verdad.
El penúltimo verano que fuímos por allí, las verjas no existían. El jardín estaba abierto. Nos dijeron que iban a hacer obra y que llegarían nuevos inquilinos.
Cinco días antes de irnos, entramos . Yo de la mano de Chon. Angelines
dando saltos, corriendo y alborotando
Había una fuente, sin agua, claro, un pozo y árboles antes de la entrada de la Casa. En ella una puerta rojiza terrosa, podrida y sin pomo. Empujamos y abrimos. Una sala enorme llena de espejos nos reflejó entre polvo y telarañas. Un sofa, roto, al final, un aparador del tiempo de nuestra abuela, y una mesa rectangular completaban el cuadro. Al fondo, pasillos desde los que se veían varias puertas cerradas.
Angelines se puso a bailar por la sala. Chon y yo nos quedamos mirando. Me daba una pena enorme aquello. Parecía como si la casa estuviera esperando a alguien. El aparador guardaba loza, en parte descascarillada, pero encontramos dos tazas de plata y un salero con iniciales : A.C.G.
Chon cogió el salero y me lo dio. “Para ti”, me dijo, sonriendo.
Yo guardé el salero en un bolsillo.
Angelines había desaparecido en una de las habitaciones, desde la que nos llamó con voz extraña.

Al entrar vimos una alcoba, no muy grande, con dos camas. En el cuarto, había un osito de peluche lleno de polvo, un estuche de manicura y una muñeca pepona desnuda.. Un perchero, una jofaina, y un cardador para el pelo.
Angelines cogió el estuche de manicura. Chon se sentó en una de las camas, que crujió peligrosamente. Yo me quedé en la puerta, mirando. Era la habitación de los niños.
Entonces oimos ruido procedente del jardín. Algún vecino nos debía haber pillado y estaba llamando con indignada voz a nuestra abuela.
Salimos corriendo. La abuela en medio del jardín nos miraba sonriente al lado del “quitajuegos”. O sea, el vecino más antipático del barrio. En cuanto nos veía se iba detrás para chivarse de todo lo que hacíamos.
Hala para casita niños.
Abuela en la casa hay...
En la casa no hay nada,niña, muebles viejos y telarañas.

La abuela me guiñó el ojo y me callé.
Cuando llegamos a la nuestra, a nuestra propia casa, la abuela nos sentó a su alrededor.
Bueno, bueno...ya está, lo descubrísteis...pues sí...la casa la abandonaron precipitadamente, y no, no volvieron más. Y por una cosa muy tonta, muy ridícula, muy estúpida. Les acusaron de ser brujos.


¿Eran brujos?...
Claro que no, niña. Eran originales, extraños, divertidos, daban fiestas, eso sí, hacían sesiones espiritistas, en las que no sacaban nada en limpio,claro, pero movían objetos, y cosas así, y en los tiempos que corrían aquello era muy mal visto. La noche de la fiesta de que habla todo el mundo, un vecino les denunció, dijo que estaban haciendo ritos diabólicos: otro vecino amigo se enteró y se lo dijo, salieron con lo puesto y se marcharon. No volvieron más.
Y ¿desde entonces la casa ha estado así?...
Sí. Cerrada y callada, guardada para ellos, como si les esperara...

La abuela suspiró.
Y ¿Tú como sabes todo eso abuela?.

La abuela me miró con una sonrisa triste.
Porque fui yo quien les avisé para que se marcharan, niña.

Nunca dijimos a nadie lo que habíamos visto. Cinco días después volvíamos a la ciudad. Al año siguiente, al volver, había un edifício de tres plantas, que integraba la nueva serie de apartamentos en construcción en el pueblo. Aunque yo conservé hasta hoy el salero de plata que me dio mi hermano Chon.


martes, 20 de octubre de 2009

Las Líneas Azules del Sofa.

Había sido una tarde de bochorno y viento caliente metiéndose por las ventanas semientornadas, de agua bebida cada media hora, de calima y de desidia.

Lentísima.

El dolor de cabeza le llevó al sofá. Antes, encendió el ventilador, y con el zumbido monocorde consiguió adormecerse; ojos semicerrados.

Veía en la penumbra, apenas matizada por el reflejo del sol en las cortinas, reflejo que no conseguía traspasarlas, y que solamente daba como un hálito blanquinoso a los dibujos florales, las rayas azules del sofá.

Incrustada en una ceja, la punta del almohadón dejaba que apoyara su cabeza como un náufrago asido a madero. Se dejaba ir por los recovecos de aquella vigilia entreverada de imágenes que aparecían y se iban en desordenado dibujo; casi mosaico de figuras y pensamientos; sin embargo, lejos de estorbarle, parecían acompañar la sensación de dejarse llevar, de fuga, al menos hasta que aquel dolor estúpido empezara a mitigarse con la semioscuridad, el soniquete del aire y los hilos azules del sofá.

Había sido idea de María; le vino la imagen de ella sonriendo cuando lo trasladaron a la casa. “Un sofá para que te eches la siesta tan ricamente”.

Las líneas fluctuaban en un ir y venir hacia el sueño. Como un oleaje tranquilo; el azul es relajante, oyó siempre decir, para él, el azul siempre sería la luz de la playa: le gustó pensar que siempre que durmiera allí sería como hacerlo en la arena acompañado de las olas.

Las líneas eran, más que eso, manchas de color de mayor o menor densidad que delimitaban- para él- aquella playa nueva que encontraba cada tarde en casa. Las más oscuras eran el océano sin límites; allí donde perderse en el silencio de la tarde solo rodeado por gaviotas, sin que ningún sonido, salvo el eco de las alas, atemperase el tiempo, marcándolo.

Había otras, menos pronunciadas, señalizadoras de costas, acantilados, refugios para solitarios, signos donde aferrarse con las manos, que permitían llegar a buen puerto, permanecer a salvo.

Algunas, simples, leves extractos de color, como si al estampador le hubiera bien parecido salpicar ciertas esquinas, recordaban faros para las noches de niebla. Cuando las miraba se encendían luces, como guías.

Y, más tarde, estaban las otras. Sí. Las últimas líneas azules del sofá. Las que parecían continuarlo, extenderlo más allá de la simple estructura de mueble sencillo y discreto que a la postre era.

Las últimas líneas del sofá prolongaban con el azul el sentido de la medida. Esparcían el horizonte del color, parecían entremezclarse con la pared en la que se apoyaba, descendían ondulando hasta el suelo, se alzaban hacia los altos techos, se escapaban por la ventana, bullían en rumor contenido, hasta que todo: la tarde, el sonido del ventilador el hilo del sol en la semipenumbra, su cuerpo encogido en postura casi fetal, devenía en una línea azul infinita, inabarcable, indefinible, que lo envolvía y se lo iba llevando, llevando, como sin prisa, despacio, insistentemente, hacia el agua, hacia alta mar; espiral ya solo de luz, solo azul-pensó- mientras se adentraba en ella, tranquilo y confiado, más allá del sueño.

miércoles, 7 de octubre de 2009

Lluvia



Desciende esta lluvia, ya otoño convertido en laguna, ya ráfaga sin excusa,
Bajo estas calles de silencio, estas ventanas como poemas desconocidos,
Estas miradas al trasluz de las cortinas, fugacidad de la mirada.

Desciende, se abre, abarca, inunda las manos en ofertorio pagano.
Mirad la ciudad; rota de agua tal cántaro abierto en jardín,
Pasto solo de la tormenta que es su victoria.


Desciende la lluvia en un octubre ensimismado, indeciso, incrédulo:
Quiere la luz aún alzarse a contrapelo, gritar su imperio;
Pero no; enlluviadamente a salvo de voces, escandalera sin fruto,
Llueve como si un pájaro gris estuviera diciendo adiós al verano,
Y el eco es un reverbero en un piano triste.











Una Imagen pide palabras














Pues eso. Os propongo que le pongáis palabras a este dibujo.
En la buena fe de las palabras a las que me refiero, naturalmente.

lunes, 5 de octubre de 2009

Sorpresa.

En el espacio vacío donde residen las ausencias no se encuentra nada.
O eso pensaba hasta que entró en él, por los caminos del sueño, y los vio a todos.
Y entonces sucedió:
No supo qué decirles...

domingo, 4 de octubre de 2009

La Veladora

Se está durmiendo la luna en un abaniqueo del viento. Ya es octubre. Ya estarán los caminos amarillos, ya se verá la sierra de ocre y oro. Ya la espadaña empezará su labor de cuidar al pueblo por las noches; cuando sople el Norte y se resuelvan en bruma las indecisiones de la luz.
En la ciudad, las farolas cobijan a las ventanas iluminadas que guardan las vidas pequeñitas de cada uno de nosotros.
Mientras, la luna, vela el sueño; abandonadamente silenciosa, como una madre cuidadosa que nos arropara sin que nos demos cuenta.

sábado, 26 de septiembre de 2009

Palabra vencida

No hay nadie.
Nadie en las avenidas de la luz.
Siembra de ceniza en la mañana.
Altivas las sombras instauran su reinado.
Se han marchado los vencejos.
Cuervos triunfantes asesinan el paisaje.
¡Qué gran victoria para los alabarderos!...

Las sentencias disparatan la libertad
ametrallando la palabra
vencida bajo un alud de chorreante olvido.

martes, 22 de septiembre de 2009

Los Elegidos.

Muy aburridamente, Ellos, los falsos Dioses,
Dictan sentencia, exhalan dicterios.
Lumbreras del vacuo pensamiento
Alzacuellos y progresistas
En éxtasis asistimos, infelices mortales
Al santo advenimiento de la regla de oro;
El nuevo canon, el orden a respetar.
Bostezan mientras discursean, patentes conocedores
De la bula emitida por nosotros, oh pueblo fiel;
Pertrechados del orgasmo que produce saber
Cómo cualquiera de sus necedades será aplaudida
Sin tasa alguna; con tal de permanecer en la consideración
De los Elegidos.

jueves, 17 de septiembre de 2009

Leve Parpadeo

Ha nacido con la media tarde un sol de agua. Queriendo vencer a la lluvia.
Ha conseguido sin pretenderlo tintar de estaño los tejados.
Hay pájaros lentos aleteando sin saber bien dónde quedarse.
Como ojos tristes que no tuvieran paraguas de amor.
Como tenues acordes.
Tintineos apenas mientras otoñea tanto que el paisaje tiembla.
Miro la calle: esa media sonrisa infinita y breve dibujando nostalgia.
Si enlluvia otra vez solo será un parpadeo hacia la noche lo que permanezca del sol.

lunes, 7 de septiembre de 2009

Rogativa.

Que la vida no me resulte ajena,
Que el canto siempre sea un pájaro,
Que la luz de la infancia me pertenezca,
Que el aire del otoño se venga conmigo.
Que la lluvia sea compañera
Que los caminos tengan su nido,
Que el mar sea mi aliado
Y que la palabra sea mi testigo.

Que nada importe si hay un sendero
Que nada sea inexorable si hay un camino
Que cada paso tenga una huella
Que cada huella tenga un destino.

Que las estrellas aún me visiten
Que los crepúsculos sean mis amigos
Que los afectos nunca se marchen
Que la alborada sea mi testigo.

Que el dolor me sirva de avance
Que la fortaleza me guíe de la mano
Que el coraje siempre me acompañe
que nunca se diga que mi vivir fue en vano.
-----------------------------------------------
*Se ruega no comentar hasta el día 16. No estaré para aprobar comentarios*)

viernes, 4 de septiembre de 2009

Viaje

Hay arcos de luz allá donde el jardín tiene nombre

Señales.
Signos en omega.

Tu corazón apasionado, íntimo, miel que destila,
Abriendo flor de nieve bajo estrellas para la libertad.

Mira:

No encontrarás los caminos siguiendo sendas conocidas.
No te guiarán los Heraldos del Sol.

Que tu compañera siempre sea la noche en ciernes;
La blancura esclarecida del pájaro colibrí
El grito altivo del Pájaro de Fuego
-Ah, luz de eternidad, inútil esperar escucharlo si no lo sueñas-

No encontrarás la piedra Blanca si no te marchas
Si no te desnudas de la impostura de los sumisos
Del miedo de los vencidos antes de la lucha.


Para la libertad de la sangre no hacen falta metáforas;
Las palabras fueron dictadas antes del jardín y de tus pasos.


Los arqueros disponen sus flechas para tu corazón solo.

Más no encontrarán el punto exacto donde se hiere a la muerte:
Si te lleva en sus brazos el más alto sueño de silencio,
Si solo te guía la esperanza de las Islas bajo el arco iris de la mañana;]
Si no te quedas en el camino de Itaca como tantos viajeros apresurados:]
Jamás te hallarán los arqueros y tu corazón apasionado]
Íntimo, miel que destila, abrirá la flor de nieve, bajo las estrellas]
Para la libertad de tu vida y de tu muerte; y encontrarás a los Heraldos del Sol.]

jueves, 3 de septiembre de 2009

Construcción y deconstrucción de la Ciudad.

Construcción y deconstrucción de la ciudad

Prólogo de la ciudad que nace

"Los manuscritos dicen que la Ciudad se fundó entre la niebla de un barco que no encontró muelle donde atracar y un bosque en el que árboles gigantescos habían servido para dar sombra a los hurones.
Pero pudiera no ser cierto. La memoria de los primeros días habla de un pueblo de artesanos, también de agricultores, asimismo de alquimistas y trovadores.
En la edad de las alternancias todo ello se convirtió en fuego fatuo".


-I-

En el tiempo de la luz amarillean horizontes
abriendo, abriendo, en arco, ya presencia,
engastadas pulseras en manos nacaradas
El sueño de mañana en temblor inquieto.

Pulsación que trema en latido y balbuceo
inspirar del viento, hilos de agua, helechos,
cascadas en comunión de alas y musgo.

Más tarde serán arquitecturas convexas,
pétalos de hierro, vertical arquitrabe,
brisa apresada en delirio de cristales.

Pisadas uniformes moldeando piedra,
picos, azadas, nervaduras y atalajes,
obturación del hueco en sinfonía de volúmenes.







Madrugada sobre los labios agrietados de las cavernas sin luz.
Rojo sobre negro en tablero para una partida sin jugadores..

-II-

Sigilosa, la serpiente enrosca su cuerpo de brillantina
sobre las calaveras del esplendor perdido en columnas.

Piedras muertas para cadáveres de un tiempo de grisalla.

Amorosa complacencia para la putrefacción indigna de los sumisos.

-III-

Se hallarán los habitáculos plenos de diamantes y perlas
como derrelictos entre restos de un naufragio absurdo.
Bellísimos osarios como juguetes rotos por los niños.
El santoral de las afirmaciones vencidas en bocas de asombro.

No hay tiempo para negar la presunción entre las flores nauseabundas.

Hálitos de obediencia masticada con ansiedad de moribundos.
Jadeos de esperma derramados por sexos atrofiados.
Crepitar de fuegos fatuos en el oropel de lo sagrado.
Templos para la muerte a salvo de la luz que deslumbre.


La
S
E
R
P
I
ENTE


Gota
A
Gota



Itaca sin Nombre.



-IV- Mediodía-


Ciprés
Vértice
Convexo



Fronterizo del sol en la intersección


A
S
P

A


Ojos de gato en celo auscultan desde los tejados el devenir de las dos de la tarde. Estatuas en cruz en semáforos sudan pieles de jabón y leche desnatada. Se adivinan cejas inmóviles de sorpresas y nudismo almacenado.

Mientras tanto

Se abren posibilidades como cometas en manos infantiles.




-V-

Plano general de maqueta.

Se oye a todo volumen música de taladradora.

La cámara realiza un picado en altura de forma que se adviertan los tejados de las casas y el cielo en fundido negro.

Voz en off:

Adviértase que cada construcción, estructurada en bloques simétricos, está apuntalada por las espigas carbonizadas de los difuntos payasos que sirvieron de medida para el basamento.

La totalidad del andamiaje se instaló por pisos superpuestos gracias a la salivación que dejaron preparada a tal fin los soldaditos de plástico, que, al ser derretidos, facilitaron la unión intersticial de los edificios."



Descenso lento de cámara, enfocando sucesivamente calle, automóviles, un gato estúpido parado en mitad de la acera como si hubiera pasado algo, y un niño vomitando al lado de un arbolito. Aparición de la corista. La cámara la sigue con ruido de calle al fondo, mientras ella mira escaparates, se sube las medias, y después estornuda.

Fundido en negro.




-VI- Crepúsculo para la espuma de la noche dormida
-


Obertura en scherzo para los labios tristes
desmayadamente tristes, levemente tristes,
adagio cantábile para las bocas en deseo,
bocas sin labios, rostros sin espejos.

Larguetto del violín para música sin público,
transcurrir de la noche en vitrinas ocultas,
qué ansiedad de hielo en cerraduras sin gozne;
en los pies descalzos transita el silencio
para la sinfonía de Itaca imposible.

No hay viaje ni bajel, ni puerto ni espuma:
la ciudad de la niebla espera el veredicto
de los augures tristes de un futuro insomne.


miércoles, 2 de septiembre de 2009

Escapada

Sombras quieren mi cuerpo y cuchillos buscan costado.
Me escaparé hacia el río junto al galope de los caballos.

Una bandada de cuervos quiere arrebatarme las manos.
Me escaparé hacia el agua y su limpio cristal claro.

De lo oscuro se vislumbran los eternos heraldos
Y sus carcajadas como asesinatos.

Me escapo definitiva y sola y altiva de mares naufragados
Donde no encuentre el hambre de los reptiles un corazón para saciarlo.

martes, 1 de septiembre de 2009

Danza





Hueco del aire y cristal;
Pájaro armónico.

Infinito vertical del canto.
Suspendido de una nota.

---------

*(Fotografías sacadas de la tv. Canal Clásico. Ballet Nacional de París. Ballet "Jewells. Diamantes" Tercera Parte.)*

De ayer a hoy

¿ Se les ocurre algo que decir?...
Ahí dejo la propuesta.












Balcón

Ese balcón abre la noche. Expande la luz, refleja farola. Ese balcón hacia fuera encierra intimidad. Rincón cotidiano.
Se abanica la luna columpiándose en su tersura.
Y se hace ensueño de silencio bajo el resplandor familiar de su sencillez.

domingo, 30 de agosto de 2009

Jardín Cerrado

Ese jardín cerrado. Ese lento devenir de la tarde. Recoleto en olvido solo para sí mismo. Ausente y en silencio. Hueco y suspenso.




Nacerán historias de la cadencia del aire.
Pero no lo sabrás.
Son suyas.
De ese jardín interior a quien miras sin que te permita entrar.










.

Siempre se quedó en abril


Siempre se quedó en abril. Vamos a ver si me entienden; ya sé que quedarse se queda una en un sitio, en el café, en el banco de la esquina o esperando el autobús. Bueno, pero ella se quedaba en abril.

Ustedes no lo comprenderán. Ella era abril. Destilaba abril. No sé si alguna vez se han puesto a jugar con los colores y las cosas; si se les ha ocurrido hacer asociaciones del tipo “enero azul, parque gris, niños naranja”, o si son de los que no juegan nunca, de los que opinan que la vida es una cosa muy seria, muy importante, y que las necesidades que tenemos son otras; trabajar mucho, tener un coche, tener dos niños guapísimos...no sé. Quizá ustedes nunca transitaron infiernos, o fueron por callejones extraños con garitos al fondo donde suena música de jazz latino y hay –impepinablemente- un pianista con cara triste al fondo a la derecha, y una chica rubia de bote enseña unas tetas tristísimas al viajante de comercio que aterrizó allí por casualidad. Quizá nunca les pidieron veinte duros – cuando aún había duros- la puta de la casa de campo a las siete de la mañana para tomarse un bocadillo, cuando las putas podían estar en la casa de campo, claro, y pasar frío, y soñarse otras mientras masticaban el bocata de tortilla a la espera del chulo de mierda que aprovechaba su desamparo. A mí sí me pidieron veinte duros. Y se tomaron el bocadillo. Y me daban cigarros cuando me veían. Quizá a ustedes nunca les ocurrió ir por una calle de esas que llaman de la gente guapa, con muchas tiendas de ropa, ropa cara, quiero decir, cafeterías donde nunca entra la gente mileurista, ni los estudiantes de medio pelo, ni los obreros, gente así; donde solo había jerseys de cuello vuelto, mocasines y Loewe, ir por una de esas calles y ver lo invisible de una muchacha tirada en la acera, como si fuera Nadie, con cartones tapando la lluvia que le caía a Nadie, y pararse, y que pidiera una manta, y llevarle una manta y dejarla arrebujada en aquella innecesaria prenda de abrigo arrumbada por vieja.

Pero a mí es que me pasaban cosas así, como ver que detrás de la copa del árbol que daba al banco de la esquina había un pájaro pequeñito, aprendiendo a volar, y pararme y quedarme, y que el sol me diera en la cara, y que al pájaro le diera el sol en las alas, y que las alas se tornaran de sol entre la nube y el árbol, mientras me cerraban el banco y no podía ir a sacar dos mil pesetas de entonces para pagarle al del gas.

Ustedes no sabrán que en invierno, cuando se llevan pantalones remendados, rotos por las rodillas y recosidos en máquina Singer, se suele pasar frío, porque el viento se cuela por las costuras, y golpea, como diciéndote que la culpa es de la vida y sus remiendos y no de tus pantalones, aunque los lleves con tanto amor porque has visto las puntadas de la máquina de coser hacerse vida para que tú te vistas.

Por eso no podrán entender, imagino, que ella siempre se quedó en abril. Era abril su sonrisa, la claridad de su mirada, el gesto tranquilo de sus manos. Mientras sin decir nada apenas, sin esforzarse en explicarse iba dejando tan claro que en la vida hay infiernos en las madrugadas, que hay cafés solitarios donde toca un pianista, que una manta solo abriga si se entrega con afecto, y que los pájaros tienen las alas para que nosotros queramos ser como ellos y volar aunque usemos pantalones remendados.

sábado, 29 de agosto de 2009

Presagio

Descienden plumones mullendo de alas el acorde en sonatina
ya hecha otoño bajo capas de hojarasca y estambre enmudecido...


Aún no, dices, aún no, aún la luz instila vapor de agua y llama,
aún no quiere el cielo ni la fugacidad del aire entrecerrarse;
aún no, dices, mira el rojo timbal aún abierto sobre el día.



Irriga sin embargo sin excusa ni embarazo el viento del Norte,
matiz en tumba del verano, y se duele heridamente del costado.

La arena está esperando los pétalos para dormirse de lluvia.

jueves, 27 de agosto de 2009

Los Signos Ocultados

Como decir palabras y ocultar la sangre...
signos, ciudades interiores del fracaso,
- ah, impasibilidad externa del rostro-
círculos, rodeos en torno al sigilo.

Pero la sangre permanece
-astrolabio-
he aquí las huellas en el discretísimo huir de la tarde:
abren sus brazos
venas
arterias como incienso
velas encendidas
la victoria es un lujo impensable para la muerte.

Desde el germen esperando
Sin ecos
Sin espalda.
Desnuda.
Latiendo.

Alcuza que recoge el agua aún sin esparcir.

Como un cielo de cipreses verticales que derramará el otoño.

Renacimiento

Para nacer este nuevo nacimiento me quedé desnuda sobre una ausencia larga;
Caminé sobre ella como quien anda la nieve sabiendo que es para siempre nieve;
Como quien sabe que la derrota tiene el interminable rostro del adiós
Como quien conoce la raíz del árbol y ha germinado en semilla discretamente.

Esta llamarada que no quema encendida en la noche como una fuente;
Esperando la llegada del último barco a la playa en eternidad desierta;
Esperando que del bosque el pájaro de fuego extienda sus alas y cante;
Esperando que el mar inunde la luz rompiendo en espuma.

Ahora que de las renuncias nacen dedos, manos, sílabas olvidadas;
Ahora que de los crepúsculos se alzan auroras como trigos verticales;
Ahora que de los silencios inscritos en la piel como siglos se expanden
Afirmaciones, gestos, asentimientos como labios en luna....

Sé que para nacer este nuevo nacimiento me quedé desnuda sobre una ausencia larga.