viernes, 22 de enero de 2010

Una historia del jardín

En el tranquilo jardín donde no pasaba nunca nada, se iba muriendo sin un sobresalto el sapito que cada año venía a beber al estanque.
Pero nadie lo notó. Salvo el gorrión, que se acercó para consolarlo.
El sapito viejo le sonrió:
-No te preocupes, gorrión; nosotros no existimos- dijo mirando las ventanas del salón, donde jugaban los niños- no somos de su especie.


Decir.



A menudo, quien dice lo que no sabe no sabe lo que dice.