domingo, 31 de octubre de 2010

Imagen de la Tarde





Estampa del sol en la tarde quieta.

domingo, 24 de octubre de 2010

Estampa



He visto al fondo la Sierra mientras avanza el otoño. No queda ni rastro del verano. Sopla el aire. La luz de atardecida torna bronce el horizonte. Rojo el cielo muriéndose en el crepúsculo.
El camino amarillea. Árboles desnudos. Hay, a lo lejos, alguna fogata que indica quema de malas hierbas. Las casas se difuminan. Un silencio de cielo bruñido. Me detengo. Enciendo un cigarrillo. El humo asciende en vertical; el aire se lo lleva. Hace frío.
Cuando regreso, dos luces en la casa vecinera anuncian la noche.








sábado, 16 de octubre de 2010

Entre los Dedos.

No se sabe, no, no se sabe dónde están los días que se pierden, que perdimos. Los vamos buscando entre hilachas, jirones de tiempo, neblinas que nos cercan, y no encontramos aquél minuto, aquellas horas, aquél aroma o sonido. Como si vivir fuese ir olvidando, enterrar cosas, o simplemente deshacer las formas de aquello que alguna vez también fuimos nosotros.
Buscamos en las mañanas grises, miramos el cielo, las nubes, la calle, esperando algo, no se sabe bien qué, recordando de forma difusa, vagamente, trocitos de vida que hoy quizá nos parece ajena pero que fue nuestra. Tan nuestra como la de ahora, y que entonces era tan real como la de hoy.
Pedacitos de gelatina que se escurre. Se nos va entre los dedos, y solo recogemos gotas, gotitas pequeñas y leves, un eco, un murmullo, tan velado que ni siquiera podríamos decir con certeza que era eso lo que buscábamos.
De vez en cuando, solo de vez en cuando, lejos, más allá de los cristales, más allá de la calle, entre tejadillos bronce y un sol desvaído, es cuando aparece como un matiz, como una sombra, la huella; la huella brevísima y vaga de lo que en alguna ocasión también fuimos nosotros.
Y entonces...
Entonces nos quedamos quietos, indecisos, temblorosos o desconcertados, o asustados, o conmovidos, alargamos las manos, queremos abrazar esas motas tal polvillo de plata, ni siquiera oro, o quizás oro envejecido. Y vemos, notamos, percibimos, cómo se licuan entre las hojas muertas del otoño.

jueves, 14 de octubre de 2010

Desencuentro

Ahora, sentadas, copa, zumo, vaho, cigarro...
Me lo cuentas, sí, es tan importante, tan ineludible,
Todo eso, el marido inútil, o la amiga inexperta,
O los hijos que te traen a mal traer, dices, ah, los hijos,
Esos flor de un día de sexo apasionado, cuando eso era importante,
Los que nunca tuve, alivio suspiro alivio pienso, los hijos,
O el tedio, dije, dijiste, ellos dijeron, pero ya tú sabes, no es cierto,
Yo nunca, yo ya lo sabes, ella no supo, yo no dije, ellos siempre ellos,
Dijeron, sí, y lo repites; o años de carencias afectivas, claro, sí,
También puede ser eso, y los azules se alejan, ojos de niebla,
Y escucho, escucho, escucho, oído atento, media sonrisa, cierto,
Pero oh no, evítalo si puedes, si pudieras, solo te ruego, no el gesto,
No la mirada primero y más adelante me cojas la mano como
Un asidero, mástil o quilla de barca, mientras te resbala la paz
Por tus ojos grises a los que no, definitivamente no me adhiero.

miércoles, 13 de octubre de 2010

Desencadenando lluvias.

La culpa la tienen Jorge y Elena. Dicen que llueve y hablan- escriben sobre sopa de atún y libros y eso, la infancia, la lluvia y quienes fuimos.
Fuimos. Yo fui en la lluvia pisar charquitos con Papá. Y Buenos días Tristeza cuando ya no pisaba charquitos.
Y sopa de almendra en nochebuena. Y un parque donde daba de comer a las palomas.
Aquellas miguitas que se llevaba la lluvia. Y aquellos libros arrebujada en la cama; siempre aquella cama. Mundo de cuatro paredes en el que la vida siempre estaba fuera. La conquista del Oeste en editorial Bruguera-Juventud. Tenía láminas.
Llueve.
Ya no viene Papá a rescatarme de los Oscuros.
Pero sigo leyendo libros.

jueves, 7 de octubre de 2010

Tregua

(A Belén)

Pido una tregua para mirar los árboles. Ver el azul del cielo o esta lluvia de otoño. Acabar tantos libros por leer. Escuchar otra vez más el sonido del mar. Ver alzar el vuelo a una paloma. Pisar las hojas muertas del verano. Llevar esa chaqueta tan vieja y gastada que tanto me gusta en el invierno. Hablar contigo. Pisar charquitos y reírme. Sentarme en un banco de un parque o de una plaza pequeñita y soñar. Oír a Serrat. Desayunar café con leche y un bocadillo de jamón serrano. Ver el sol en los ventanales de Casa. Volver a ver la Hiedra. Hablar con un vecino sobre el mal tiempo que hace. Recoger las cartas del buzón. Comprar un libro. Ir a una exposición. Tener una charla con los Amigos. Escribir un poema. Escribir un relato.
Vivir.

miércoles, 6 de octubre de 2010

Quién.

...Y de la fotografía amarilla que sacude el tiempo
Has venido a convertirte en esto...


¿Quién eras tú, bajo la hiedra cobijada,
Con esos botines que no favorecen nada,
Con esos dos muñecos que abrazas,
Con esa mirada inocente de las madrugadas?...

¿Quién eras tú, mirando a quien te fotografía,
Desconociendo que un día la ausencia
Sería ese patio de entonces bajo el sol del verano,
Que nadie te llevaría de la mano
Que no habría ya ninguna presencia
Bajo la claridad solar del día?...


¿Quién eras tú?...aunque la pregunta verdadera,
Esa que no tiene respuesta,
No es quién eras,
Es una apuesta:
¿Quién serías?...