domingo, 30 de mayo de 2010

Cierre


Aquí está. Se va a quitar la falda, las medias, la blusa, como si se quitara espuertas de maquillamentiras.
Le quedará luego un aroma de sudor y gritos, procedente del último velatorio de te quieros apolillados.
La boca sabe a vinagre de vetes que vomita a bocanadas, a bocajarros, a bocaheridas. Los labios, apelmazados con pasta de muertas peticiones, se le han roto, y de ellos resbala la vela lenta del no quiero.
Tiene las manos acorchadas de falsedades que guardó como excusas perfectas para airear justificaciones. Las tijeras, con que saja las pústulas, derraman purulencias infectas; huele a podrido.
La puerta está cerrada, para que no entre el sol.
Un exquisito cadáver ha destrozado la placidez de la mañana sin que se mueva una gota de aire de forma distinta.
Pudo haber sido tan bella...