domingo, 27 de diciembre de 2009

Verdades y Mentiras


Es muchísimo más sencillo decir la verdad de lo que uno piensa o siente que mentir.
Se acaba antes. Se deja todo claro. No se da lugar al malentendido. Y para remate no hay posibilidad de error de percepción.
Mentir no es arte. Es una ignominia. Indica falta de respeto hacia quien se miente. Mezquindad, porque se prefiere mentir a exponerse. Ruindad, porque parte de la presunción de que el otro es lo suficientemente estúpido, o buena persona, o ingenuo, como para creernos. Y bajeza moral, porque el engaño habitualmente a nosotros nos reporta un bien y al que mentimos si no le reporta daño sí le reporta desconfianza e inseguridad.
No me refiero a hechos opinables. Me refiero a los actos de uno, los sentimientos de uno. Yo puedo opinar que las sardinas en lata están riquísimas y usted que son un asco. Eso, naturalmente son opiniones personales acerca de la presunta calidad de las sardinas. Me refiero a eso que están ustedes pensando: “Vendrá el primo de mi novia a cenar, ¿no te molesta, verdad?”... y a usted no le apetece nada, y se pasa jodido/a toda la cena con el plasta del primo. Por callarse, por no decir ni mú. “Tienes que venir a la fiesta, no puedes faltar, qué haríamos sin ti”... (Pues naturalmente harían la fiesta sin mí, que me sobra la fiesta...) “Mamá quiere que vayamos a su casa mañana por la mañana y que llevemos a los niños para que pasen el día con ella y llevarlos al cine”. Pues mire, primero que pregunte a los niños si quieren ir....


Me suelen valer de muy poquito las disculpas hechas mirando hacia otro lado, “yo no suelo mentir, pero a veces no hay más remedio”... No hay más remedio ¿para qué?... ¿para no complicar algo?...se complica el triple con una mentira. “No, es que con una mentirijilla me dejan en paz”...Pues no; si se deja claro que dicho lo que sentimos se cierra el tema, ya puede venir el otro (la otra) con alpargatas que –al menos en mi caso- el tema está cerrado.
Decir la verdad es una forma de ser. Ser un mentiroso, también. Solo que diciendo la verdad estamos seguros de que el resto que nos trata sabe desde el principio a qué atenerse. Y esa es la mejor forma del respeto.