sábado, 9 de enero de 2010

Hiedra

La piel de siglos ya conoce los signos...
Las grietas, rozaduras, rasguños apenas.

Apenas visibles, imperceptibles...
Ni siquiera duelen, se inventa la excusa...

Y en el jardín recoleto, olvidado, dormido
Llueve sobre mojado.

Hasta que una noche sin viento
Se advierte latiendo la cicatriz.

Y se anegan las dulcísimas hojas de la hiedra.