viernes, 12 de noviembre de 2010

Caracol


Los diarios días y la fiebre, la sensación de pausa, tan habitual. La bruma fuera, lenta, y el comienzo de la niebla, el transcurso en duermevela.
El invierno largo avanzando, la luz de la lamparita, acogedora, dejando que las mantas abriguen el cuerpo; siempre tan cansado, siempre tan fatigado.
Dejarse ir y no preguntarse nada; olvidarse de lo externo, del ruido, del alboroto. Así, en silencio, medio dormir sin prisa, sin defenderse; saberse protegida por la casa que vela por ti, quedarse en la cuna. No explicar ya nada.
Caracol de fiebre y quietud.