martes, 2 de marzo de 2010

Impreso

[Para atravesar los años conmigo hubieras debido elegir el silencio. ]

[Entonces hubieras podido cruzar la niebla donde los días se solapan; ]
[Grisalla y ceniza en una ciudad donde mi juventud se muere ]
[Sin que los labios se abran para dictar salvo sentencias. ]

[El dolor diseminado en guijarros y piedras en las manos rotas. ]

[Más tú no lo ves; no lo viste. Aterirse de frío era solo cosa mía. ]

[Mientras vuestras miradas cambiaban de acera cada vez que pasaba aquel capazo. ]

[Aquella alcuza de ternura que rodeaba mi vida más allá de ti y de mis quince años. ]

[Mucho más allá de las carcajadas como asesinatos al tiempo de doblar la esquina ]
[La esquina de la calle como navaja para que siguieras jugando. ]

[Para atravesar los años conmigo hubieras debido elegir el silencio. ]

[Porque la palabra ya no te salva de la infinitud de mi vida que viene de antes ]
[De tan lejos de ti como unos ojos que esquivan los míos una mañana de verano. ]

[Hacía sol y tú te reíste para mi eternidad de quien llevaba su nombre en mis labios impreso. ]

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* Los corchetes señalan el final de línea de verso. *


Lo puedes escuchar aquí.


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3 comentarios:

Amando Carabias dijo...

Este poema me recuerda "La casa de Alena". Y me lo recuerda porque me encanta en su hondura, en esa historia que sólo tú puedes conocer y que el lector intuye.
A los quince años, algunos confunden la vida con una carrera de velocidad o con un escaparate.
Aunque duela, se lo perdieron.

Maria Sangüesa dijo...

Qué bueno es este poema, Alena, con su nostalgia y tristeza, con esas imágenes tan tuyas: alcuza de ternura, grisalla y ceniza, gujarros de dolor...me parece bellísimo. Besos.

Isolda Wagner dijo...

Casi ni me atrevía a decirte lo hermoso que es tu poema...
La lluvia que nos lleva a todos por el camino de la melancolía, digo yo.

Besos y más besos.