Un viento nublado repentino recuerda que no es la pausa lo habitual. Se caen tres hojas como en sobresalto entre el helado de limón y la fuente del agua.
Miro a través de la nube blanquinegra: no tan inofensiva como el verano quisiera.
Mañana es uno de agosto. Sí.
Un mes para septiembre.
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