sábado, 1 de mayo de 2010

Oro



Como en un adaggio lento, un oro en tañido...
Se muere la tarde en el breve esplendor
Dibujando tejados en esta ternura
De la luz que se marcha en tono menor.

Vuelan vencejos sobre la espadaña
Y buscan indecisos el calor del nido
Suena la campana en siglos advertida
Alta de sombra, cansada de vida

Se torna la noche en estrellas
El cielo oculta caminos y braña
El pueblo recorta sombras y luna;
Y el balcón tal inmensa cuna
Cobija mi mirada y me duerme en ellas
También él en noche derretido.

3 comentarios:

Maria Sangüesa dijo...

Me gusta mucho la musicalidad de este poema, que es la expresión de un paisaje bajo la luz del atardecer, contemplado desde la propia mirada íntima. Me parece precioso, y bueno. Abrazos.

Isolda Wagner dijo...

Después de María, no puedo añadir nada más, sino que tambén me parece precioso.
Besos de oro.

Amando Carabias dijo...

Ese oro en tañido, es una belleza que convierte al color en tiempo y en música, quizá el eco de una campana llamando a misa... El tiempo se ha detenido en medio de la preciosa tarde que ya es recuerdo, sujetado a lo eterno en tus versos...
Ho no harías esa foto, porque el vendaval trae otros tañidos y otras temperaturas, pero esos versos, sí, siempre los haces.