miércoles, 17 de marzo de 2010

El Sueño

No le resultaba raro lo que le sucedía, porque le pasaba cada noche.

Se dormía y se ponía a soñar. Naturalmente el mismo sueño. Con las mismas personas y en el mismo lugar.

Sencillo y brevísimo. Llegaba a una casa que parecía abandonada y llamaba a la puerta. Le abrían. Entraba. Había cinco o seis habitaciones cerradas. Por los pasillos parecía circular gente a la que no conseguía ver.

Después entraba en un gran salón, en el que parecía haberse instaurado el abandono: telarañas, sillones cubiertos con sábanas blancas agujereadas, cornucopias semi caídas.

Entonces entraban dos personajes.

-Ya has regresado.-le decían con un gesto neutro-.
Él los miraba.
Y se despertaba.

Pero hoy en vez de despertarse ha respondido que sí.

3 comentarios:

Amando Carabias dijo...

Si en ese lugar definitivo, aunque sea polvoriento y abandonado,nos encontramos con ellos dos, no pasa nada. Estaremos en la mejor compañia, como entonces.

Isolda Wagner dijo...

Lo mismo digo, ah si fuera cierto!
Besos soñadores.

catherine dijo...

Me gustarìa encontrarme con màs personajes.