viernes, 1 de enero de 2010

Nadie Recordará a Charlie

Nadie Recordará a Charlie.

Una vez más, como si formara parte de un rito, esos ritos que dicen inexistentes, ahora que las mitologías se han terminado, ellos (y ellas, naturalmente) estaban donde siempre, a la hora habitual de siempre.
Extraños mundos que convergen delante de ellos, sin necesidad de exponerse. Sombras y luces que pueden ocultar o dejar ver al desnudo.
Bajo la sombra de un nombre elegido, quizá la primera elección de nombre que han hecho en su vida, a ellos que los tasaron al nacer con el regalo o desdicha del nombre que quiso la madre, el abuelito o la tía Encarnación, que ya se podía haber llamado, no sé, mujer, digo yo, Carmen, o Pilar, que al menos no me llamarían Carni, en la familia, qué manía con los apodos, congregados y dispuestos a congregar otra vez, sí, una vez más esta especie de charla, remedo de conversación, analogía de café antiguo, que se quiere llamar chat.
Y naturalmente se llaman de todas las formas posibles. Dulce placer para algunos de elegirse nuevamente nombrados, al ingresar, falta de imaginación de otros que, hartos del “pepi ya está utilizado, elija otro nick”, terminaron por escribir “pepitalaharta”, y ya para los futuros será llamada “pita” con su consiguiente desesperación consecuente.
Pero el caso es que ya están ahí, todos, otra vez, dispuestos a ser un remedo de conversantes, durante dos horas, a no ser que el servidor correspondiente decida caerse.

Ya pueden soñarse otros.
Frobius14 cuenta interminables historias sobre los terribles experimentos que los americanos están haciendo, que él lo sabe de muy buena tinta, porque es físico, aunque sea camionero y se haya leído antes de entrar las dos páginas que trae la revista muy interesante sobre el tema en su última actualización. Sofronise le manda besos en susurros, mientras le murmura “oye, ¿a ti te gusta follar?”, en un privi, y el siente como se levanta su polla y se le olvida lo que está escribiendo acerca del ácido sulfúrico y sus propiedades, que nadie ha desvelado para una vez inoculado en el cerebro, conseguir zombies. “Frobius, ¿te caíste?”, pregunta ingenuo Zarpas9, que –dice- es un profesor de teología en Viena, aunque lo más que sabe de Viena es que queda por Austria, y de filosofía el último libro de Nietzsche que se ha mal leído para poder soltar eso de “como ayer dije a mis alumnos “La última cosa que yo pretendería sería «mejorar» a la humanidad” “. Consiguiendo que Naruka escriba con mayúsculas, o sea, gritando: “Zarpas, qué pensamiento tan profundo, quisiera ser alumna tuya. Y Zarpas responda, “bah, mujer, una bobada mía”.
Charlie dice que debe marcharse. Charlie dice que es mujer, que eligió ese nombre por un hermano suyo que se murió, dice que está casada, que tiene dos niños pequeños y que canta, ella, no los niños, en un coro. Los sábados.
No es demasiado interesante Charlie; suele estar de acuerdo con el resto, aportar algún dato en alguna conversación, pero no pone nunca poemas, salvo si son de otros, diciendo lo mucho que le han gustado, y habitualmente no está más de media hora en el chat. Pareces muy tímida, le dijo una vez Frobius, también en un privado, “no, me gusta mucho leeros, no tengo mucho que decir”, contestó mientras le ponía el emoticon de la sonrisa.
Pepitalaharta le contó en secreto lo de “oye, yo me llamo de verdad Encarnación, ¿y tú?”... “yo prefiero ser Charlie”.
Sin embargo, acude. Casi todos los días con esa timidez suya, y pareciera que no está, delante de las discusiones que se establecen, los broncas que van llegando, los sucesos habituales, “perdón, me tiró”, “joer, ke no podía entrar”, los “hoy toi contento porke me ofrecieron un trabajo”, que se le escapó a Zarpas, y luego tuvo que arreglarlo contando que era en Zurich, y con mejor sueldo, con lo que al día siguiente tuvo que empaparse en un atlas histórico de dónde coño estaba Zurich y de cuatro o cinco sitios importantes.
Charlie le dijo que se alegraba muchísimo, y que esperaba que fuera el buen inicio de una nueva vida.
Zarpas entonces, se sintió mal. “Oye”- también en un susurro- “que yo no soy profe, que soy estudiante, ke toi en paro, y me ha salido una cosa en un taller de ebanistería”.
“Bueno, Zarpas, no pasa nada; lo importante es que estés a gusto. A mi me caes bien, igual un día sí te vas a Zurich”.
Aquella noche, era distinto, llegaban las vacaciones de semana santa, y se andaban todos despidiendo, así que el chat terminó bastante temprano. Entonces Charlie le susurró a pepitalaharta. Cosa rara, Charlie aceptaba susurros, pero no los promovía, decía siempre que las cosas en abierto eran mejor, para todos igual. “Espero que pases buenas fiestas, encarnación”. “Anda, ¿no me llamas Pita?”, “pues...me ha salido así, hija. Bueno, yo también me voy unos días. Igual no entro mucho a partir de marzo, hay algunas cosas que tengo que arreglar”. “ah, ¿de tu casa?”...”sí, pero nada, cosas sin importancia, líos caseros...yo es que te iba a decir, ¿sabes?, me alegro mucho de conocerte, si tardo tiempo en volver a entrar, no te olvides de mí, ¿vale?”...”mujer, no tengo porqué, te aprecio, y eres muy sencilla, me gusta mucho cuando estás”.

Y ahora, después de vacaciones una vez más, como si formara parte de un rito, esos ritos que dicen inexistentes, ahora que las mitologías se han terminado, ellos (y ellas, naturalmente) estaban donde siempre, a la hora habitual de siempre.
Extraños mundos que convergen delante de ellos, sin necesidad de exponerse. Sombras y luces que pueden ocultar o dejar ver al desnudo.
Pero Charlie no está. Han llegado todos, contando las vacaciones, alternando, naturalmente realidad con invención; la suprema dicha de poder ser fabuladores de sus propias vidas y hasta de su propia muerte, el poder también supremo de ser otros. Ficciones de sí mismos, la modelo Naruka en vez de la divorciada con hijos que hace la calle tres días a la semana y convierte a sus amantes en protagonistas de su próxima película, el maestro de Zurich al que pagan con el desayuno y la comida en el taller de ebanistería, más las propinas, Encarnación y sus libros por escribir a quien suspenden en COU por segundo año consecutivo y su padre la ha mandado a un colegio interna (tampoco volverá, claro).
Están todos. Contando, mintiéndose a sí mismos las vidas que quisieron llevar, que se soñaron una vez, que se fabulan y se escriben cada noche.
Charlie no.
Al principio todos se preguntaron por Charlie, escribieron a un correo que les dio Charlie, esperaron a Charlie.
Luego, la red es así, unos vienen, otros van, total, nadie la obliga, se habrá cansado, su familia la tendrá muy liada, empezaron a olvidar a Charlie.
Hasta que se convirtió en eso; en un símbolo, en otro espacio para el mito, en un nombre que escondía una historia que nunca terminaron de conocer. Como las suyas. Porque al fin y al cabo, ¿quién va a recordar a alguien virtual?...se decían mientras seguían contando cómo quisieran ser a través de unas teclas de ordenador.

Cada noche. Dioses de sí mismos. Hasta para desaparecer.
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* Charlie no se llamaba Charlie. Pero si alguna vez lo lee, sabe que hablo de ella*

2 comentarios:

Amando Carabias dijo...

Es complicado este asunto. ¿Hasta dónde es lícito o no, moral o no, coherente o no, invertarse una biografía aprovechando el escudo que proporciona una pantalla, la distancia...?
Ahora mismo, detrás de mí, mi hija está chateando. Obviamente no me meto en sus charlas, sé que entra con un nombre que es casi el suyo, me parece que un número como si le hubiera crecido un vestido, o una letra. Poco más. Se conocen entre ellos de la calle, de la clase en el Instituto, prolongan esas conversaciones que venían trayendo...
¿O no...?
¿O está hablando, al mismo tiempo, con otras personas de la que sólo conoce su nick y lo que brota en la pantalla de su portátil?
Y digo, hasta donde es lícito, o coherente o moral.
¿Por qué se inventa una vida? ¿Por qué no estamos satisfechos con la nuestra, por qué nos gustaría más otra, por qué nos da vergüenza decir la verdad, por qué queremos divertirnos y preservar nuestra verdadera identidad?
¿Y entonces qué decir de aquello que ahora parece que ha caído en desuso, pero el año pasado andaba tan en boga, lo de second life...?

Me ha gustado mucho el relato y además vendría bien que mucha gente inocente se enterara de lo que hay por ahí.

Isolda Wagner dijo...

La historia de Charlie la aplico a otros varios, pero que me interesen, a uno de ellos JD, que si acierta a leerlo, también se reconocerá. Es una pena, pues a mí me parece fascinante ir conociendo a quien está al otro lado. No te niego el morbo, de no saber con quien está una jugándose los sentimientos (que haberlos hailos y a veces te joroban más de lo que imaginas), pero nada como el conocimiento real o casi.
Muy descriptivo y virtual como la vida misma. En tu línea, me he reído.

Besos casi reales, que algún día te serán dados in person, no te digo más.