Y ahora tú, amaneces, ya la misma edad, quién nos diría Embarcados en el oficio de vivir ni lo imaginábamos Para nosotros, que fuimos tan jóvenes, ¿recuerdas?...
Me llevabas máscaras de aquél teatro para mis juegos Mientras aparecías y desaparecías; embarcado siempre En tantos proyectos, sueños, esperanzas, y yo crecía.
Entonces sin límite el tiempo y los años, sin frontera, Todo era posible, imaginable, y tus manos no guardaban Aún sombras, ni memoria de otras manos ausentes.
Los caminos se fueron poblando- despacio- de adioses Que hicimos nuestros, poco a poco, en silencio, Como queriendo atesorar el legado que nos dejaron.
Y ahora tú, amaneces, en este cuatro de diciembre, Con otras manos, con otro rostro que refleja Aquel cansancio que nunca creíste fuera tuyo.
Y te reconoces, sí, te reconoces, en las mismas pisadas, En los gestos leves, en la mirada antigua, que es tuya, Mimetismo y retorno, pues ya tienes también sesenta y seis años.