Es fácil decirle a otro “no llores” cuando uno está en la alegría. Lo difícil es sentarse a su lado mientras lo hace.
Sencillamente.
En mi vida, mastiqué todas las inservibles palabras de consuelo, como cristalitos de hielo. Luego me las comí y se me indigestaron, naturalmente.
Sin embargo, guardo manos tendidas como alas de gaviota llegando a puerto.
2 comentarios:
Como suele decirse, las palabras se las lleva el viento, pero las presencias pueden ser como rocas.
A veces, la buena intención justifica la palabra balsámica; aunque siempre un gesto fue más útil.
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